6. La izquierda como opción de vida
Ser de izquierdas es algo más que adherirse a un conjunto de ideas y una actividad política determinada. Más allá de las teorías y estrategias políticas, ser de izquierdas significa adoptar un compromiso en la vida de cada uno. Son determinadas formas de ser y vivir las que, junto con otros aspectos, nos acercan a una visión política u otra. En este sentido, los hombres y mujeres de ARALAR reivindicamos el estrecho vínculo entre la opción política y la opción de vida, porque la vida cotidiana constituye un campo abierto y rico en posibilidades de aplicación de una visión y unos principios éticos que corresponden a una sensibilidad de izquierdas.
Por tanto, la izquierda, entre otras cosas, es una forma de ser, un ethos, un estilo de vida. Como colectivo político, reivindicamos la vinculación entre política y vida. El territorio conformado por las relaciones humanas cercanas, es un territorio privilegiado para la práctica de unos estilos de vida y de unos determinados comportamientos. Las iniciativas en favor de la justicia social, la actitud contraria a los abusos de poder, la sensibilidad ante el sufrimiento de los otros... todos ellos constituyen valores y formas de comportamiento que las personas que conformamos ARALAR podemos ayudar a solidificar en nuestro alrededor, sabiendo que la perfección no existe, y que (afortunadamente) somos limitados, y por ello, sabiendo que los intentos de cambiar nuestro entorno más cercano vienen irremediablemente envueltos en contradicciones e incoherencias.
Desde esta concepción de la izquierda y del socialismo, no tenemos por qué esperar a una hipotética futura sociedad socialista para comenzar a construir el modelo de sociedad que deseamos. Incidir de la forma más coherente posible en el pequeño universo que está al alcance de nuestras acciones es una forma de contribuir a otro modelo de convivencia humana. Por tanto, el proyecto de izquierdas y la cultura solidaria no son simplemente alternativas para el futuro. Podemos adoptar otras formas de vida y otras formas de relación humana aquí y ahora. La utopía (aquello que no tiene topos o lugar) dibuja el futuro, pero además de ello, puede y debe constituir una forma de ubicarse en el presente, de relacionarse con los demás, y un intento de conducir nuestras vidas conforme a lo que defendemos.
Desde esta perspectiva, debemos también buscar la coherencia a la hora de articular nuestra propia organización. La organización debe reflejar la izquierda transformadora, no sectaria, abierta y antiautoritaria que queremos construir.
7. Hacia la auto-constitución de la sociedad
El proyecto de la izquierda puede ser entendido como la búsqueda de la autonomía tanto individual como social. La autonomía (darse la propia ley) es el objetivo y también el camino: en la búsqueda del desarrollo integral de las personas, así como de la instauración de una sociedad más justa y libre, deseamos el protagonismo y la participación democrática, madura y consciente de las personas y los colectivos. La autonomía es la finalidad última, y también el camino a recorrer. Tan importante es el recorrido como el objetivo último, pues todo recorrido es portador de objetivos, y a la inversa.
Por ello, nos adherimos a la lucha a favor de una sociedad crecientemente autogestionada y autoconstituida: reivindicamos un modelo de sociedad basado en posibilidades crecientes de autogobierno personal y colectivo, porque la extensión del autogobierno a todos los ámbitos de la vida social es la expresión de la verdadera democratización y distribución equilibrada del poder. La transformación social que defendemos es aquella que refuerza la posibilidad de autoconstituirse en los diferentes ámbitos de la vida social: economía, política, ayuntamientos y vida municipal, empresas, cultura, salud, tiempo libre...
Rechazamos el modelo de sociedad en el que la vida de las personas viene fundamentalmente determinada por condicionamientos externos, es decir, un modelo marcado por condiciones de heteronomía. Y en estos últimos tiempos, dichas condiciones se han visto reforzadas como consecuencia de la globalización. Reivindicamos un proyecto de autonomía, siempre relativa (como consecuencia de las limitaciones de la vida en común) y entendida en un tiempo de creciente interdependencia de las sociedades humanas: la liberación de las personas y comunidades de sujeciones externas, y el reforzamiento de los procesos de auto-construcción de la vida personal y colectiva. Frente a un sujeto administrado por lógicas que no le son propias, reivindicamos el derecho de las personas y las comunidades a administrarse según su ley. Por ello, defendemos como ideal la participación social activa de las personas en todos los ámbitos de la vida social: educación, economía, política, cultura, dinámicas populares...
La autonomía marca la dirección que deseamos, es decir, constituirnos en protagonistas de nuestra pequeña historia, como individuos y como país. En la autonomía identificamos nuestro rumbo, la profunda democratización social que deseamos (no sólo políticoinstitucional).
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